domingo, 1 de junio de 2008

El individuo y la idea

Néstor Diéguez Nieto

Este es un texto abreviado de la exposición que el filósofo y escritor hiciera en la Casa Museo Ricardo Rojas en el marco del Seminario: “El arte actual: ¿hacia dónde va?”


La pregunta, hacia donde ir, nos habita más allá de la Evolución. Nunca supimos bien hacia donde van las instituciones, intentamos saber, no podemos saber todo. Del arte no sabemos. El problema es del individuo, no de la condición humana o de la civilización. El Individuo es lo que aún está inconcluso. El arte, la filosofía, nos traen al Individuo como sucediendo, y no como conflicto.
En el Renacimiento, por ejemplo, ubicamos allí un momento dónde el arte no sabe adónde va. La mirada hacia Dios se había perdido, el ser humano se hallaba separado del animal y de la relación con los dioses para intentar su relación consigo mismo. Allí se intentaba encontrar la obra. La peste que asolaba encarnó la culpa de crear por sí mismo más allá del creador desapareciendo así con ella la condición individual, por la condición humana. A partir de entonces, la Institución queda como Bien-entendido y el Individuo como Mal-entendido.
El Ser es la no-región. Es lo que nunca vamos a poder conocer. Pero la relación con el Ser se recupera en un lugar abstracto. Tanto la abstracción como la tridimensión guardan una relación de no-saber con la profundidad. Es necesario encontrar un punto desde donde mirar el Horizonte sino el Horizonte nos abarca, ese punto solo lo podemos tener los creadores. El que se aburre en la vida es porque no puede construir una obra. Una obra se construye preguntándose. La creación es pregunta, se pregunta: ¿adónde va el individuo sin el arte? El arte es la obra interna, sino solo se traslada el nombre y lo efímero de uno. Tener que ser siempre algo concreto, determinado, no significa ser artista. El artista está a la deriva, es quién puede soportar un acto de desorientación. Cuando se toma a Dios, a la sociedad, al ente, se hace desertar al Individuo. El arte puede sobreponerse a este contrato social único (trata de reconocer el soy de Descartes en lo que no soy: amor y creación) El no-soy es estar a la deriva, para que el ser deserte del ente, a través de la visión propia. Se puede crear desde el individuo que no-soy, porque el individuo que soy es la masificación. La obra tampoco es, es la parte del ser que nos hizo desertar.
Patológicamente-biológicamente somos mente-cuerpo. Esta división implica: soy cuerpo (una dimensión ética) no-soy (la dimensión del pensamiento y la emoción)
Cuando nos toman el cuerpo nos quitan lo ético.
¿Hacia dónde van ellos? Al egocentrismo, narcisismo extremo. El egocentrismo entendido como Yo-soy tiene que regresar. No hablo de los rótulos patológicos que son relaciones útiles que usa la sociedad. Hablo de un narcisismo que no se puede decir, de un narcisismo creativo.
Pensar adonde va el arte, es pensar también adonde va el individuo.
El sujeto tiene que dejar de llamarse sujeto, para crear el Ninguno, porque lo social lo constituye al sujeto como error. Como Ninguno no somos encontrables, es vivir en la existencia. Se trata de dejar a la deriva para retomar un espacio. La obra misma es la deriva, la omisión (los valores no simplificantes) El acto de crear así puede generar culpa de superar a la autoridad. Entonces el arte adonde va, en busca de la superación intelectual, no se puede sostener como creencia cerrada. Podemos crear un destino propio hacia el sí mismo, saliendo del lugar de la idealización social.
Pienso que el arte va hacia una abstracción, donde la imagen física del ser humano desaparecería por la ética del color para encontrar el ser ahí. Se trata de rescatar al Individuo, desde una función no individualista. El Individuo es lo que el ser humano no sabe, deserta para ser psíquico. La complejidad de esta época nos dice que el individuo es un ser alienado al todo-para-sí porque nadie sabe bien qué hacer con el individuo, esa reunión de lo imposible.
El arte no habla de recordar, es más bien que no se le dé muerte al olvido. Darle muerte al olvido es dejar de crear, de manera que el arte no tiene adonde ir.
Entonces el arte sucede o no, es contemplación de lo abordado como distribución psíquica (lenguaje en hermeneútica especular)

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