domingo, 1 de junio de 2008

La reverberación de la palabra

Lucila Févola

En nuestra primera reunión del año en La Dama de Bollini nos acompañó Lucila Févola, hacedora de una gran labor cultural, dirige actualmente y desde hace 22 años la revista Tamaño Oficio. Quién fue Faja de Honor de la Sade nos hizo degustar la entidad resonante de la palabra.

Lucila transitó el cuento, el ensayo y el teatro, también tiene colaboraciones en la prensa y diversas revistas literarias. Ha recibido numerosos premios. Todo ello habla de la potencia de su hacer. Para ella la creación artística hace aparecer algo nuevo, y es la práctica de crear formas perceptibles, así la visión del artista no es una autoexpresión, se manifiesta en una idea hecha forma. No se reduce a un monólogo yoico de una confesionalidad estrecha, sino que se abre al otro. Concibe que la obra artística como símbolo en sí, es autorreferencial, dialoga consigo misma, y a su vez el público, a partir de la obra, dialoga consigo mismo. El artista mismo resulta un contemplador de su obra al haberla terminado. Mientras que el instante de la creación se le presenta como una fuerza vital sin control yoico, “Nos acontece” según nos testimonia Lucila, siendo la palabra una aparición más que una representación. Sin embargo para lograr ese instante es preciso, trabajar mucho, adquirir dominio expresivo.
Las obras artísticas abren la escala de lo real, de aquello más allá de nuestra capacidad de registro, de aquello que tenemos dentro como sospecha grave. Por ello Lucila puede hablar de la violencia de la poesía, pues al finalizar la obra su recorrido, desaparecen el creador, el receptor como tal y la obra misma quedan alienados, fusionados entre sí en un nuevo ser. La poesía sostiene ese encuentro profundo en su manifestación verbal. Hace desaparecer el yo psicológico bajo el “somos dichos”. La finalidad de la obra es así la supresión de toda experiencia vivida en su realización. El lenguaje real no es por tanto un objeto de contemplación, no es una comunicación, es una partitura. Lucila nos propone abordar la obra artística en una dimensión más intensa que un objeto imaginario, como un cuerpo en movimiento. Y así es su palabra, y así su obra.


Segunda Comunión:

Devoré un pez demasiado extenso, demasiado intenso.
Desde entonces nada y nada contra mi cabeza y elige
afilar sus escamas debajo de mi lengua.

¡Todavía está vivo!, alcanzo a pensar, extasiada y tan
Agradecida.
Ojalá siga siendo demasiado extenso, demasiado intenso
y además, desove.

Plato que nos contenga.

Lucila Fevola.

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